TESTIMONIO SWINGER

TESTIMONIO SWINGER

Podemos dar un paso más allá, dejar volar la imaginación y los sentimientos en nuestra pareja: juegos o intercambios completos con otros o otras parejas.

Bienvenido al mundo swinger

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Paco y yo llevamos más de media vida juntos. Nos enamoramos pronto, nos casamos jóvenes y, salvo breves escarceos en la época universitaria, no hemos tenido amantes. Casi veinte años de matrimonio y nos seguimos amando y deseando con locura.

Nuestra relación, en la cama y fuera de ella, se ha caracterizado siempre por un planteamiento con la mente abierta, la búsqueda constante y sin miedo de nuevas sensaciones (sexuales, sí, pero también emocionales).

En casa soy yo la de las ideas locas, así que el día en que cenando le conté a paco mis búsquedas por Internet, no se sorprendió. Cena romántica, noche sin niños y nuestra conversación subiendo de tono. Es el momento: “Cariño, he pensado que podríamos ir a tomar algo a un local swinger. Tenemos uno cerca”.

Y le resumo: los swingers son mayoritariamente parejas heterosexuales que plantean una sexualidad alternativa, incluyendo a terceros en su cama, en general otras dos personas con relación estable. Las alternativas son variadas, desde un encuentro entre dos parejas hasta larealización de tríos o sexo en grupo. Y aunque pueden limitarse a simples juegos y toqueteos, a menudo se incluyen intercambios completos con penetración. O sea, que resulta que todo eso con lo que habíamos fantaseado tiene un nombre, y hay personas ahí fuera jugueteando con ello.

Mi pie descalzo se deslizó bajo la mesa para constatar lo mucho que le estaban interesando mis explicaciones

La realidad es que por aquel entonces yo llevaba un poco de batiburrillo en la cabeza. Bucear por Internet había aclarado (algo) las cosas, pero dejado también muchos flecos pendientes.

En esa cena llegamos a los postres dibujando noches locas, cuerpos desnudos y fantasías cumplidas. Y con la decisión tomada de curiosear en uno de los múltiples locales swinger que hay en Sevilla. Aún creíamos que en el mundo swinger solo se intercambiaba sexo.

La primera visita a un local liberal es un tanto desconcertante. Camareras ligeras de ropa, zonas muy oscuras, una elegante decoración. Barras de bar con diferentes ambientes, discoteca y varias habitaciones con grandes camas en las que los más puntuales ya intercambiaban caricias, un lindo jardín con piscina y jacuzzi. Abierto desde las cuatro de la tarde hasta bien entrada la madrugada.

Pasamos la noche de barra en barra, muy pegados el uno al otro, absorbiendo matices y embobados con tanta novedad. Excitados, tras toquetearnos sobre los colchones (y que nos toqueteasen otros), huimos al entorno íntimo de nuestra cama. Necesitábamos saborearlo a solas, subir juntos al infinito y más allá hasta caer adormilados y abrazados en un sueño profundo y fantasioso.

Ser swinger era todavía un juego solo para nosotros dos. Abierta la caja de Pandora, ese primer contacto que suele ser más de ver que de hacer, vino lo difícil: ¿Cómo se encuentran parejas swinger afines? ¿Cuáles son las normas de este juego? Y, lo más importante: ¿Qué esperábamos? ¿Era solo sexo o había vida y amor más allá del intercambio esporádico de fluidos?

Un ligero paseo por los foros digitales de los establecimientos nos confirmó la idea de que muchos de estos encuentros son concertados al vuelo, breves descripciones de “pareja joven atractiva, 38 y 42, buscamos pareja de edad similar para tomar algo y lo que surja” que se concretan después a través del e-mail o el móvil. A menudo ni eso; propuestas para esa misma tarde, o el día siguiente, que terminan con cuatro desconocidos teniendo sexo en el propio local o en un hotel cercano.

Aunque el sistema a nosotros nos parecía frío (somos unos románticos, aquí ya estaba claro que nuestra exploración iría más allá del sexo), el juego de leer o publicar anuncios e iniciar tímidos contactos mantuvo nuestra cabeza ocupada y muy caliente durante semanas. Eso se notaba en la cama, con chispas que iluminaban las noches con grandes fuegos artificiales. Ser swinger era ya emocionante, divertido y tremendamente excitante.

Tras esa primera visita a un local, nuestro peregrinaje swinger siguió de manera intermitente. Catas en diferentes locales, trío con chico, con chica, parejas con las que nos cruzamos y tuvimos cierta afinidad… Un entramado de vivencias que nos dio seguridad, confianza y ratos de sexo excepcional.

Aprendimos rápido que el mundo liberal no tiene edad, es más un modo de enfocar las cosas vitalmente que un arrebato juvenil. Aunque al empezar a juguetear creía que quizá habíamos llegado tarde (adónde íbamos con 40 años a tener aventurillas sexuales, ¡vaya pardillos!), pronto vimos que en esta franja de edad se mueve un grupo numeroso de gente. No éramos ni de lejos los únicos que tras largas relaciones estables se aventuraban en este mundo. Tampoco los más guapos, ni los más feos, ni los más listos o los más tontos.

También aprendimos que una de las sorpresas maravillosas de ser swinger es el sexo del día después. La excitación contenida en un encuentro se desborda en la confianza de la pareja. El cuerpo guarda memoria y cada caricia reescribe en la piel las fantasías realizadas con otros. Hablar, revivirlo juntos, susurrar esos momentos mágicos de excitación transforman el sexo con tu pareja en nuevas explosiones de placer y sensualidad…

  1. Pactad las normas de los encuentros con terceros. ¿Siempre juntos o podemos gozar por libre? (o sea, ¿’swingers’ o liberales?). ¿Con o sin penetración? ¿Prohibido repetir invitados (para evitar establecer relaciones afectivas? Es conveniente que fijéis una señal para abortar la operación si alguno de los dos no se siente cómodo con la vivencia.

 

  1. Elegid bien el club. La oferta es grande. Internet os permitirá recorrer virtualmente las instalaciones de los locales y ver si tienen zona de aguas, ‘glory hole’ o mazmorras para ‘bondage’, por citar fantasías recurrentes. Informaos (hay muchos foros sobre el tema) de si son clubs duros o ‘lights’, y optad por estos últimos para la primera incursión. Llegar a un club y encontraros con un ‘bukkake’ os puede intimidar un poco.   

 

  1. Hablad de cómo os habéis sentido. Si habéis sido capaces de aplicar las normas pactadas, si creéis que hay que modificar alguna (una cosa es pensar en frío, con el cerebro racional en perfectas condiciones, y otra en plena acción, con el cerebro reptiliano señoreando y el sistema límbico desbocado).

 

  1. No descuidéis la pareja. Conservad un territorio de exclusividad para vosotros dos: el sexo a cuatro es solo un complemento a vuestras relaciones sexuales. Bienvenidos al mundo Swinger.